La cuestión crucial a resolver, la incógnita a despejar está clara ¿qué es un think tank?. Una vez obtenida la respuesta ya podría contestar a otra ¿necesitaré un think tank en mi vida y no me he enterado?. Y por lo que a mi ciudad se refiere, ¿tiene Salamanca suficientes think tank o debemos instar a las autoridades a su inmediata adquisición? –Claro está, si fueran susceptibles de ser objeto de compra y venta-
Más tranquilo y así las cosas, decido acudir hasta el ágora de la ciudad. La sabiduría popular quizá pueda solucionar la duda lingüística. Oteo el escenario y veo que, bajo el arco del reloj de la Plaza Mayor, hay un grupo formado por varias personas de edad.
Me acerco y, sin rubor alguno, les espeto; ¡Miren ustedes estoy desesperado!. Si son tan amables ¿me podrían decir que es un zink tank?. Uno de ellos frunció el ceño mirándome de soslayo. Otro, algo encorvado él, se irguió de forma súbita y otro, el más fornido, sujetó con fuerza el cayado que llevaba en su diestra. El resto, no sé por qué, se acordaron al unísono -como “Los niños del coro”- de mi santa madre. De inmediato surgieron nubarrones negros y, ante la cercanía de la agresión, abandoné el lugar a trote cochinero...
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