La cuestión se torna peliaguda, por lo que decido respirar hondo y prepararme un café. Mientras espero que se vaya haciendo ojeo un periódico. ¡No puede ser! Leo que varias instituciones de prestigio han creado, en Cataluña, un think tank para el desarrollo de la nanotecnología en España.
La ansiedad no me abandona, pero erre que erre, sigo dándole vueltas al magín y discurro sobre esta noticia, añadiéndole un componente Orwelliano –permitanme el palabro-. Dado que el “centro de investigaciones sociológicas” –CIS- no acierta una en sus encuestas de corte político este think tank nanotecnológico ¿no pretenderá introducirnos un ínfimo robot, que recorrerá con sigilo los cerebros, para descubrir nuestra intención de voto? –deduzco por lo de “nano”-...
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