Ayer, nada más abrir, fui a mi sucursal de BANKINTER. Es una oficina bancaria pequeñita y normalmente no suele haber mucho trajín. Tras cruzar la segunda puerta de seguridad observe que había cola en la ventanilla. Me quité los guantes y me dispuse a esperar.
Allí, junto a la segunda puerta blindada, se encontraba muy erguido, con las manos atrás y mirando con discreción un hombre uniformado. De inmediato me vino a la mente el atraco que habían sufrido hacia un mes escaso. Como soy un tío afable y apenas nos separaba un metro de distancia, me dispuse a acortar la espera pelando la pava con él.
-Buenos días ¿hoy parece que hay más gente?. Pues sí –me contesto con media sonrisa-
Allí, junto a la segunda puerta blindada, se encontraba muy erguido, con las manos atrás y mirando con discreción un hombre uniformado. De inmediato me vino a la mente el atraco que habían sufrido hacia un mes escaso. Como soy un tío afable y apenas nos separaba un metro de distancia, me dispuse a acortar la espera pelando la pava con él.
-Buenos días ¿hoy parece que hay más gente?. Pues sí –me contesto con media sonrisa-
-Y que tal ¿cómo va la mañana? –seguí yo-. Muy bien gracias; de momento tranquila. Yo tenía cierta prisa, la pequeña hilera apenas avanzaba y comenzaba a impacientarme; cosa que trasladé a mi sobrio interlocutor.
-¡A mí estás esperas me ponen nervioso! Que le vamos a hacer, así es la vida -me respondió- .
- Este de seguridad es un estoico, pero claro a él le da igual, es su trabajo y le pagan por estar aquí de pié toda la santa mañana -pensé para mí-.
A l
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